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lunes, 19 de mayo de 2014

Incoherencia política

Artículo de José María Álvarez del Manzano, publicado en ABC.es el 28-3-2011 que , aunque hayan pasado 3 años, se puede ver con la perspectiva actual lo que sucedía entonces:


Una de las actitudes más imperdonables en la actividad política es la incoherencia. Decir una cosa y hacer otra, es un ejercicio de travestismo político que denigra al que lo hace, con independencia de si el resultado de la farsa le es favorable. Hoy que en la opinión pública, sobre sobre todo la de los jóvenes, cala con profundidad la idea de que la política es una actividad nefasta y que todos los políticos son igual de ineptos y corruptos, la incoherencia es posiblemente la prueba del nueve de que esa opinión es verdad.

La corrupción es el hecho de utilizar la política en beneficio propio, tanto sea para enriquecerse injustamente, llegando hasta lo que popularmente se entiende por robo, como para alterar el orden y justicia de las cosas produciendo perjuicios a los intereses generales y dañando a las personas.
Y en estos parámetros se encuentra la incoherencia. Qué fácil es decir algo sobre lo que no se sabe, y qué fácil es buscar el interés propio en los asuntos públicos. Basta como prueba de incoherencia, de entre las muchas que están ocurriendo en nuestra vida política, la que está demostrando Rodríguez Zapatero. Empezó con una fuerte propaganda de un talante político que le presentaba como el paladín de la tolerancia y de la credibilidad política.
Han pasado los años de su Presidencia, y ya es de general opinión que preside un Gobierno que altera la verdad —miente—; que no cumple el programa electoral, basado en el mantenimiento del denominado «Estado de bienestar», adoptando medidas totalmente contrarias al mismo; que cuando se produce una crisis económica general, primero lo niega y luego toma decisiones impuestas desde el exterior, contrarias a las que se había comprometido; y, hasta alardeó de pacifismo retirando de forma precipitada nuestro ejército de Irak, —por cierto, a donde España había acudido con otras muchas Naciones, para participar en la pacificación del país sin intervenir en las acciones bélicas—, para a continuación, formar parte de la guerra en Afganistán y ahora participar activamente en la guerra existente en Libia.
En esa serie de incoherencias le acompañan los sindicatos, que debidamente subvencionados no se mueven; los sedicentes responsables del mundo de la cultura que, con o sin ceja, han dejado de expresarse con el grito de «No a la guerra», y su partido político, que subraya y mantiene todas las decisiones que adopta su Secretario General.
Y por si fuera poco, en este ambiente de incoherencias, se quiere proponer como sucesor a quien se expresó a favor del Sr. Rubianes cuando este profirió los insultos más graves que se puedan arrojar sobre el honor de España —Sra. Chacón—; o, a quien, en vísperas electorales, el año 2006, no se privó de clamar contra un Gobierno que mentía y luego cuando su Partido —PSOE— llega al poder, permanece en la ambigüedad, sin responder en tantas cosas y entre otras, en el denominado caso Faisán ¿No hay nadie más en el PSOE?.
La conclusión es clara, para que la política sea una actividad valorada por los ciudadanos, los políticos que la ejerciten deber ser antes que nada coherentes. Y lo dicho aquí vale para todos —sean de la ideología que sean—, que de verdad quieran servir a su Patria y estén dispuestos a sacrificarse en beneficio del interés general. Si no lo están que se queden en su casa, que políticos incoherentes sobran en la política española.

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